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Patricia 

Soy Patricia Alfaro Cerezo y llegué a la psicología tras mi propio proceso personal, con el deseo de acompañar a quienes atraviesan momentos difíciles. He trabajado con adolescentes, adultos y familias en diferentes ámbitos, como adicciones, TCA y duelo, y cada experiencia me ha confirmado que este es mi lugar.

Concibo la terapia como un espacio cercano y humano, donde el vínculo es lo más importante y donde cada persona pueda sentirse escuchada y acompañada para encontrar sus propias herramientas y avanzar en su camino.

Mi historia

 Decidí estudiar Psicología después de atravesar mi propio proceso de crecimiento personal y darme cuenta de que quería acompañar a otras personas que también estuvieran pasando por momentos difíciles. Desde entonces he sentido que este es mi lugar, el espacio en el que puedo aportar, aprender y seguir creciendo mientras acompaño a quienes confían en mí.

Me formé en la Universidad Francisco de Vitoria, donde además de la carrera de Psicología realicé el Máster en Psicología General Sanitaria y un Experto en Intervención Sistémica, Terapia Familiar y de Pareja. Durante la carrera me fascinaron especialmente temas como la psicopatología, la psicofarmacología y el estudio de las distintas corrientes dentro de la psicología. Mis trabajos de investigación giraron en torno a temas como la relación entre la inteligencia emocional y la adicción, o la ansiedad y su impacto en el autoconcepto, áreas que despertaron en mí una curiosidad profunda por entender cómo las emociones y las experiencias moldean nuestra vida.

A lo largo de mi trayectoria he trabajado en diferentes centros de ingreso, tanto en adicciones como en trastornos de la conducta alimentaria o trastorno mental grave, y también en acompañamiento individual, grupal y familiar, incluyendo procesos de duelo. Cada experiencia me ha enseñado que no hay dos personas iguales y que cada historia merece ser escuchada con atención, respeto y sensibilidad.

Mi enfoque es integrador: creo que cada corriente aporta algo valioso al proceso terapéutico. Hay momentos en los que la estructura del enfoque cognitivo-conductual es lo que permite avanzar, otros en los que la profundidad del psicoanálisis abre nuevas perspectivas, y situaciones en las que la mirada sistémica de la familia o la exploración emocional a través del psicodrama resultan esenciales. También valoro mucho el enfoque humanista, porque ayuda a quienes se sienten perdidos a reconectar con su propio sentido y propósito.

No sabría explicar exactamente por qué me dedico a esto; simplemente siento que es mi lugar. Mi motivación es acompañar a cada persona en su proceso, ofrecerle un espacio seguro donde pueda expresarse con libertad, tomar conciencia de aquello que le frena y descubrir herramientas que le permitan avanzar a su propio ritmo. Cada encuentro es un aprendizaje, y cada persona que pasa por mi vida deja algo que me recuerda por qué elegí esta profesión.

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